sábado, 2 de abril de 2011

Anarcocapitalismo es el camino

pre publicado en facebook

Las dicotomías nos ciegan y no nos dejan ver el camino. ¿Capitalismo o Socialismo? Esa es la dicotomía con la que se ciegan los movimientos sociales de izquierda. Un dilema de imposible solución, aparentemente.

El reciente premio nobel de economía, el primero a una mujer, marca un hito en nuestro camino. La noruega Olström demuestra, como las economías horizontales, vale decir comunitarias, son rentables, incluso dentro del actual contexto global capitalista.

En la realidad, el sistema capitalista, solo cubre una parte de las actividades que realizamos en nuestras vidas, una parte que no es tan significativa en términos objetivos, como cabría esperar. Es su poder simbólico apabullante a través de su propaganda, lo que nos esconde la pura realidad.

Si miramos los países del sur, es más fácil descubrir lo que decimos. Ya que la economía llamada informal, es sobreabundante, por ejemplo, en los intercambios comerciales que se realizan en los zocos y medinas del vecino Marruecos.

En nuestro norte andaluz, el sistema capitalista ha ido avanzando cada vez más sobre nuestros espacios y nuestra vida. En los años 50 nuestras ciudades eran mucho más permisivas con esta economía informal que, como en Marruecos, sostenía de manera eficiente las necesidades de la población.

Con esta crisis, en buena medida estamos regresando a estas formas básicas de intercambio y apoyo mutuo, pues la inteligencia social emerge con fuerza recuperándolas. Con ello resulta evidente que la actual crisis global está abriendo caminos de supervivencia comunitaria que se habían abandonado durante décadas.

La crisis, por tanto, no es sólo económica, pues es en buena medida la cerrazón de un sistema que estrechaba cada vez más el cerco de unas formas de vida milenarias de intercambio y reproducción social.

La misma dicotomía cegadora capitalismo / socialismo, se reproduce en la forma norte / sur. Los movimientos sociales siguen en buena medida atados también a esta cegadora dicotomía norte / sur, tras tantos años de intensa domesticación, y de correspondiente lavado de cerebro. Afortunadamente el mundo cambia muy rápidamente, y la mescolanza y solidaridad de ideas que observamos en internet es buena prueba de ello, así como el tsunami multicultural que ha invadido físicamente, con personas de todo el mundo, nuestros barrios y nuestras ciudades. En especial en estos años de sobredesarrollo.

Si somos capaces de ver este sobredesarrollo atroz, que aparte de llenar en especial algunos bolsillos, nos ha dejado a casi todos en la estacada, si lo miramos como Infradesarrollo, quizás podamos llegar a entender más adelante en este texto, el corazón de nuestras propuestas.

Hay, por decir algo, países ricos, pobres y tontos.

Países ricos, son aquellos países del norte que utilizan su crecimiento económico para dar mayor calidad de vida a sus con ciudadanos. Países tontos son aquellos países del norte, que a pesar de contar con cuantiosas inversiones económicas, estas no redundan en la calidad de vida de sus con ciudadanos.

Países pobres, son los países empobrecidos por la explotación sobre ellos que requieren los países tontos del norte.

España pues es tontísima, y que conste en este atontamiento entramos todos, y no solo los dirigentes. Si siguiéramos hablando de nosotros y ellos, cuando nos referimos, por ejemplo, a nuestros políticos, estaríamos siguiéndole el mismo juego dicotómico al sistema que nos lo parió. Hay está Gilles Deleuze, con su pensamiento de rizoma, que precisamente nos trata de alumbrar la falsedad de nuestras categorías blanco / negro. Y de llevar nuestro pensamiento hacia la diversidad y la diferencia, donde siempre hay mucho más que dos.

Ahondando en la historia de la filosofía, uno se topa con una dicotamía patrón que marca la diferencia. La filosofía cristiana parte de dos conjuntos. Uno infinito. El otro limitado. El conjunto infinito es Dios o, si quieren, la naturaleza. El conjunto finito y limitado es el ser humano.

Claro, ahora cuando la cuántica nos habla de que vivimos en un mundo de posibilidades (infinitas), al imaginario de origen cultural europeo, la cosa se le atraganta. En cambio la filosofía china, a pesar de no ser considerada una religión, tiene mucho más presente el “religare”, pues ahí no hay un creador, un Dios omnipotente de donde deriva todo, incluidos nuestros miedos. No. en China es toda la naturaleza una diosa de la que tú formas una parte indisoluble del resto. De esa sagrada unión, es de donde parte tu poder, tod lo contrario del temor a Dios.

En el mundo indígena, viví una ceremonia donde tu compañero te apretaba la mano y te saludaba diciendo: “Tú eres Dios”. Y tú le respondías lo mismo, mutuamente: “Tú eres Dios”.

La mayoría de los científicos, no son ateos o agnósticos, que son categorías de por sí excluyentes, sino panteístas. Lo que ocurre que, en general, los movimientos sociales están muy castigados tras épocas de tanta miseria católica, y prefieren decirse agnósticos que panteístas. Lo más lejos de la religión mejor. El panteísmo simplemente engloba todo el universo en una unidad indisoluble, de la que formamos parte.

Si todo es uno, no solo cabemos todos, sino todo el espacio-tiempo que podamos imaginar.

Es como Fuenteovejuna “Todos a una”. Y es el momento. La ecología es también panteísta, por definición, igual que la cuántica, el budismo, o el animismo indígena. Estamos por fín saliendo de un laberinto categorial hartamente ineficiente, pues emborrachaba nuestro cerebro de etiquetas y de ideas, cada vez más abstractas, dejando de pisar la tierra y las categorías inclusivas básicas que caracterizan el pensamiento y el lenguaje, no solo de las comunidades indígenas y flosofías orientales, sino de la nueva ciencia parida en los prestigiosos laboratorios y universidades del siglo XXI.

Es curioso, porque por un lado, desde aquí estoy animando a que nos pongamos al día en toda esta ciencia inclusiva, que ha colonizado, evidentemente, las revistas científicas de prestigio. Si bien la paradoja es que, tras estos años de integración del conocmiento, a lo que hemos llegado es a consecuencias y principios muy básicos. Vamos, es que puede resultar hasta cómico, y no le falta la gracia…

En lo que confluyen disciplinas integradoras como la fenomenología o la biosemiótica, es en la capacidad básica, por defecto, que caracteriza a un ser vivo y o humano. Es la capacidad de desarrollar, de manera eficiente, el poder de la atención. Occidente obvió muy descaradamente, esta faceta básica para la supervivencia. En el chamanismo, se llama acechar y se aprende con dinámicas activas en la naturaleza, donde un urbanita lo que se descubre es simplemente a sí mismo, como un ser viviente y activo. Cambias el chip, “el punto de encaje”, a base de romper tus rutinas. Si en general, de adulto, sueles andar para adelante, basta un par de horas andando para atrás por un camino en el campo, en fila india, para ir reiniciando, lo que siempre has tenido dentro de ti, como capacidades innatas, se llame chaman interior, o simplemente niño interior.

De hecho para el antropólogo Fericgla, el pensamiento chamánico, ese dinamismo mental que sigue sorprendiendo a muchos, es simplemente el pensamiento, y hacer, del niño. En resumen, es volver a jugar, poner de nuevo nuestro cuerpo en situaciones de actividad, que permiten retomar nuestra base vital perceptiva, nuestras puertas de la percepción.

Por otro lado, desde la ecología política y la economía ecológica, disciplinas integradoras y maduras, aunque suenen a chino en la mayoría de las universidades, se muestra la eficiencia, por ejemplo, de las agriculturas tradicionales, en relación a la ineficiente agricultura industrial.

Es decir, estos tiempos, si estás atento, han llevado a una caída estrepitosa de los principios en los que se basaba nuestra sociedad y civilización recientes. Es la mirada indígena, a largo plazo, la que te permite minimizar, estos dos siglos de estropicio, que no son nada ni en la historia de la humanidad, y mucho menos en el contexto de la historia de la vida, por no referirnos a la del universo.

Wittsgenstein tiene la fortuna de reducir toda la maraña del pensamiento filosófico a “los juegos del lenguaje” (otra vez el juego). Todo está en el lenguaje, que no tiene nada de simbólico cuando lo miras en la realidad del día a día, como lenguaje público y práctico, usado por miles de millones de personas cada día. Acaba Wittsgenstein así, con el individualismo solipsista de Descartes, pasando del “Yo pienso” al “Nosotros lenguajeamos”

El lenguaje es pues público y colectivo. No hay diferencias de opinión, sino que estas son fruto de nuestras diferentes experiencias y aprendizajes. Todos tenemos la verdad o un cacho de ella. Todas las teorías son ciertas, en la medida que son conversaciones reales que desarrollan distintas personas en distintas circunstancias. El miedo a hablar, escribir, participar en nuestras sociedades no es más que el atroz individualismo educativo en aulas jerarquicas donde sí se imponía una verdad, la del profesor, una palabra, la del profesor, y casi una sola participación activa, la del profesor.

Comprender que existen distintas perspectivas, pues, es vital para mirar con un solo ojo la realidad unificada. Así valoras la diversidad, como fuente de riqueza, y no como “lo que piensa el contrario”. Y para ello traemos aquí dos sencillos modelos, de cuatro dimensiones, que vienen a decir lo mismo. Uno es el modelo de cuatro dimensiones de la educación global de David Selby de la Universidad de Toronto. (“Hacia una irreductible educación global en la escuela”). El otro es de un chamán polinesio, Serge King (“Los cuatro mundos del Chamán”). Objetivo, Subjetivo, Simbólico, Holístico. Solo que en el caso de la educación global, holístico se sustituye por la dimensión temática, y que incluye los conocimientos de cualquier disciplina que vengan a cuento para engarzar nuestros razonamientos.

Engarzar conocimientos de distintos campos suele resultar dificultoso para personas que hayan transcurrido en su vida por un itinerario de especialización. Las copiosas especialidades sembradas estos años han construido un universo paralelo en la sociedad del conocimiento, ya que las interacciones trans se minimizan, mientras se intensifica la endogamia en el seno de cada especialidad.

En su vida cotidiana, empero, el especialista deja de actuar como tal, para pasar a ser un generalista. Pues desarrolla muy diversificadas actividades que contrasta con la estrechez de pensamiento y acción de su vida profesional.

Es como si su vida transcurriera en dos discos duros distintos y desconectados. La idea práctica madre, que nos permitió ver la luz desde la simbiodiversidad, y fundir en una la naturaleza y la sociedad, fue precisamente partir de nuestra vida cotidiana. De esa forma el sujeto, el observador por excelencia, que había sido anulado por la ciencia objetivista, vuelve al escenario con fuerza, al advertir como nuestra cotidianidad esta invadida permanentemente de diversidad, de muchos colores, y donde deja de tener sentido la diferencia o separación entre la biodiversidad y la llamada diversidad cultural. Alimentarte por ejemplo, es biología indisoluble con la cultura. Hablar igual, pues es tu cuerpo el que moviendo musculos y sistemas orgánicos dice la palabra, evaporando de camino todo ese halo asfixiante de abstracción que había invadido las disciplinas del lenguaje, que era fruto del verbo divino, anidado en el alma, o en su claro equivalente, el Dios cerebro.

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