¿Quién puede estar satisfecho con el estado de la educación? No vivimos una catástrofe, pues el acceso se ha expandido, los medios se han multiplicado, el conocimiento alcanza cuotas antes inimaginables, etcétera, pero la mayoría de países están descontentos con sus resultados, las desigualdades se eternizan, la presión sobre la adolescencia se torna excesiva, el malestar docente crece, la institución pierde pie ante los nuevos medios y políticas y proyectos no dan los resultados apetecidos.
La educación banalizada | Sociedad | EL PAÍS
por MARIANO FERNÁNDEZ ENGUITA 25 SEP 2012 - 21:51 CET
Ese es el panorama en que aparece La educación prohibida, un documental que critica el actual modelo escolar, sugiere algunas alternativas y lo envuelve todo en una confusa cháchara de la que es difícil sacar algo en claro. Vale recordar que la escolarización universal ha tenido por función formar súbditos y asalariados, pero no se debería olvidar que también ha contribuido a la ciudadanía política y social, es excesivo vincularla al nazismo y no cabe ignorar lo que debe a la demanda popular y al expansionismo profesional.
A esa escuela ya anacrónica opone el documental, en el filo entre el reformismo pedagógico y la desescolarización, experiencias que asoman superficialmente a la pantalla o se presumen en la base de un alud de mensajes de maestros, pedagogos y publicistas varios. El resumen es que los niños se desarrollan mejor solos, sin que nadie pretenda dirigirlos, idea expresada en las manidas metáforas de la planta, el árbol o el bosque a las que ahora se suman la célula: todo lo que el niño necesita para aprender lo tiene dentro, repite la enésima versión de esa letanía inmanentista que desde la mayeútica de Platón, pasando por la educación negativa de Rousseau, llega hasta cierta manera actual de entender el aprendizaje activo o el constructivismo. Quienes creían que naturaleza y cultura funcionan de manera opuesta se equivocan: dejen crecer libremente al niño, que no será Kaspar Hauser sino Einstein.
Amenizado con una inverosímil y cursi dramatización con adolescentes, el grueso documental se centra siempre en la educación infantil, que impregna todo el argumento con su aroma. Por ahí entra más fácilmente el empalagoso desfile de todos los buenismos: amor, diálogo, mirada, alegría, armonía, cooperación, gozo... Ahí cabe invocar a Montessori, Steiner o Freire, pero a su rebufo se cuelan Gatto, Krishnamurti y, peor, un popurrí de sistémicos, holísticos, predicadores zen, maestros espirituales, obradores de milagros...
He de confesar que me dormí viendo el documental y tuve que rebobinarlo. Lo que ocupa dos horas y media cabría en una, y la parte que vale la pena en menos. Pero, más que el contenido, lo realmente intrigante es por qué se ha difundido así. Por un lado, desde luego, revela el desconcierto y el descontento reinantes en la educación y la avidez con que educadores y otros buscamos respuestas. Por otro, sin embargo, temo que refleje una preocupante tendencia a la trivialización del debate y la búsqueda de soluciones sencillas y mágicas. En el último decenio no podría citar un libro o artículo que haya suscitado una atención generalizada en este ámbito. La escuela pertenece a la era Gutenberg, pero los profesores parecen más atentos al audiovisual. No imagino un congreso de economistas, por ejemplo, proyectando Wall Street o Inside job, dos magníficos filmes, pero decenas de encuentros de educadores lo han hecho con La lengua de las mariposas, Todo empieza hoy, La ola o La clase. Y estas, aunque algo inclinadas a complacer a su público, eran, al fin y al cabo, buenas películas; no querría ver a la profesión reunida en torno al artificioso La educación prohibida o a la insufrible Katmandú.
Mariano Fernández Enguita es catedrático de Sociologia en la Universidad Complutense. www.enguita.info
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Mi comentario:
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Pues parece desdecirse bastante con lo que el mismo autor expresa aquí: http://enguita.info/ (Mirar al principio de la Web: 2º Congreso de Educación Tecnológica CEDUTEC 2012...) Quizás sea la alergia y miedo inconsciente, que clásicamente ha mantenido la institucion universitaria, frente a todo lo "alternativo". Pues los abundantísimos análisis en libros y revistas especializadas, así como el Tratado de Bolonia, y los bonitos principios que aparecen en las leyes de educación, e incluso las constituciones estatales y la carta de derechos humanos de las naciones unidas... Todo eso (al menos en teoría), lo que muestra, se parece mucho más a la educacion alternativa, que a la forma real y anacrónica de instruccion unidireccional, dominante aún al menos en el estado español... El "aula esclava", produce con el tiempo "Hemisferitis cerebral aguda", en especial en los profesores, que por su larga andadura en esos entornos deshumanizados, tienden al solipsismo y al aislamiento de la sociedad y del sentido del Común. ¿La prueba? Pues la escasa o nula reaccion de las universidades, tras años de crisis. ¿Quereis otra? Pues que el estado europeo con mayor población de licenciados, haya sido el más ultrajado y vilipendiado estos años por el imperialismo... sí, el estado español. Tan es así que ayer escribí un email a Joaquín Fernández-Crehuet, profesor de epidemiología y salud pública de la UMA, proponiéndole la Declaración de una Emergencia (o Alerta) Sanitaria sobre el aula esclava y la hemisferitis cerebral aguda. ¿me contestará? Me da igual, pues pienso mover cielos y tierra, pues, comparado con el "Watergate", y si las universidades, como vemos, están moribundas, pues... como aquel médico que ante un enfermo muy grave decía: "yo le triplico la dosis, o se muere del todo, o se cura" ¡Y que vivan los Baños del Carmen! donde esa interacción horizontal, alrededor de la candela, y con el medio circundante, fué para todas tan crucial... ¿Qué mejor manera de combatir el famoso Shock que atacar y atajar el sindrome del aula esclava, que parece estar en el origen de cantidad de enfermedades, del fascismo rampante, de la antidemocracia, ya está bien de "Vigilar y Castigar": http://es.wikipedia.org/wiki/Vigilar_y_castigar Salud, Juego, y Danza y "que se mueran los intelectuales" ¿Habría que avisar a Pol-Pot?
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