SPINOZA Y LA MULTITUD (EL RESTO
FALTAba: se llama muchedumbre)
NOTA PARA UNA CONTEXTUALIZACIÓN
Texto a modo de "introducción"
que precede a la obra Spinoza y la multitud (el resto falta)
publicada en la colección de teatro de la editorial Hiru,
Hondarribia, 2012.
Juan Pedro García del Campo
(((: nota
del pronetario bloguero: ¿El Resto Falta? ¿El resto pasaa ser el
(máximo) exponente en la ecuación vital entonces? ¿el resto no es
la sensosfera subjetiva objetiva compartida, tridimensional, de la
que ahora, tras leer que eco es sonido en griego del griego, me doy
cuenta que la mono y uni dimensionalidad, que daba wikipedia a los
“cinco” sentidos, y que la acustica musical y la escasa mente
desarrollada acustica fisica y o cientifica, replican, al tratar al
sonido como un vector en una dimension, que va de un percutor a un
oyente, cuando anoche yomismo me fijaba en escuchar, desde mi propio
oido, la vibración, pues sonora, o sonora ósea, sonora serpiente,
que durante un ratito producía el vaivén supersónico de los
hematíes “rozándome el oído” – la oreja, en su canal medio
interno, como en algun lugar de este embudo orejil, lo había sentido
o percibido y notado miles de veces, alguien lo habrá descrito? Es
un zumbido que dura lo que dura dura...
spinoza si era algo era es panteista,
el panteista es eterno, inmanente, brisa que va y o viene, recomiendo
al efecto el debate sobre gaia, publicitado en (( Knowledge Ecology))
margulises quizas una de las piezas más
fértiles en esta rica textura tan vital, pues eleva a darwin al
cuadrado, al trazar las traviesas transversales en el arbol
evolutivo, lo hace tridimensional!
Margulis es la gran anarquista
cientifica del XXI, debatir ahorita sobre Gaia que está tan tentona,
con personajes elevados a la fama de la noche a la mañana, como
Sandy, que hace tiempo solo anidaban en los sueños de algunos locos
ecologistas,
mirar si anarquismo y Gaia casan mejor
ahora, pues antes tenian sus mas y sus menos,
gaia y bacterias nos unen y llevan a
los humanos, por ejemplo, como bebes anidados calentitos, meciendose
en una hamaka a uso akromático, dos estremos, dos enfoques
complementarios dos visos o viseras, en un cristal escribes gaia en
el otro prochloron, tus guías para que no te desguíes, desde lo
grandote a l pequeñote...
la muchedumbre de bits que tu cuerpo
siente en el consentir cotidiano, en esa sinestsia melodica y musical
del con despertar de cada día, son otros muchosa cuerpos
expresandose y hasta paisajes enteros, edificios, donde tu suave
silbido compro baras como rebota a un distancia tan grande, que ahí
quizas sea más facil llegar a aislar el centro solo de las ondas que
concentricamente, rebotan hacia tí desde lejos, y oyes tan débiles,
que vienen ahora sí, al menos así las percbimos, muy centradas
lineales y vectoriales
grasias juan!)))
En un libro titulado La anomalía
salvaje. Ensayo sobre poder y potencia en Baruch Spinoza, en
1981, Antonio Negri puso por primera vez en valor un concepto que
aparece en la obra política de Spinoza, en cuya importancia, hasta
entonces, no habían reparado los comentaristas del filósofo del
XVII. Se trataba del concepto de multitud.
Con la introducción de ese concepto,
Spinoza había asestado un golpe mortal a las teorías del poder,
haciendo a un tiempo imposibles tanto una concepción absolutista de
la soberanía cuanto una concepción representacional del mando.
Spinoza había, por tanto, levantado una monumental y anómala
maquinaria de guerra (teórica) contra las formas en las que el mundo
de la burguesía, en los siglos posteriores, pensó –e hizo pensar-
su dominio como orden natural de las cosas.
Son las dinámicas de la multitud –y
no las formas teológico-políticas que adopta el dominio-, viene a
decir Spinoza, las que conforman la red de relaciones sociales y
políticas en cada coyuntura y, así, es en las dinámicas de la
multitud donde debe buscarse la clave para comprender cómo cada
sociedad funciona en un momento determinado y para entender por qué
cada sociedad presenta una u otra forma política. Las relaciones de
dominio o, en el extremo contrario, el poder (del) común, la
democracia, se juegan en las relaciones internas a las dinámicas de
la multitud y no, por tanto, en las que pudieran establecerse entre
la multitud y una instancia que estaría separada de ella, a la que
unos llaman sociedad y otros Estado.
La filosofía de Spinoza, así, permite
pensar en materialista tanto el poder como las formas de la acción
política. Antes de que lo hiciera Marx y siguiendo la línea trazada
previamente por Maquiavelo.
Desde 1980, por otra parte (la
exactitud de la fecha no deja de ser irrelevante; digamos, de otro
modo: Reagan y Thatcher; o también: postfordismo globalizado),
asistimos en la Economía-Mundo a una fase de profunda recomposición
del dominio: el triunfo de las políticas neo-liberales, una nueva
expropiación del común que organiza para el beneficio privado los
nuevos espacios ganados para la comunidad (los servicios públicos,
la producción inmaterial, los saberes o la misma vida) y, también,
la creciente evidencia del fiasco de las viejas formas de
organización de la resistencia, desde los sindicatos fordistas hasta
los partidos-vanguardia: no sólo traición, no ya traición;
pertenencia a un mundo ya terminado. Desde 1980, en fin (la exactitud
de la fecha no deja de ser irrelevante), la forma en que el poder se
ejerce ha cambiado y, al mismo tiempo, como la otra cara del mismo
acontecer, han perdido su potencia las formas en que el poder era
enfrentado. Con el fin del modelo fordista de acumulación ha
cambiado el mundo: todo ha cambiado en el mundo. Ni la industria es
la principal fuerza productiva (apenas nos estaríamos refiriendo al
15% de la población) ni el obrero industrial (atado a
reivindicaciones salariales o, lo que es peor, “económicas”) es
el sujeto de la historia. Tanto la explotación como la resistencia
se ejercen desde hace tiempo “en otro lado”.
Si la gran industria, desde el XIX,
reunió en un mismo entorno a los obreros y, así, hizo posible la
construcción de organizaciones de masas, la pérdida de centralidad
de la producción industrial hizo perder a las organizaciones de
masas el sustrato material en el que podían crecer y en el que su
actuación podía tener eficacia. El tiempo del postfordismo y de la
producción inmaterial genera un nuevo tipo de proletariado, un
proletariado difuso, al que ya no agrupa la mera proximidad y que es
obligado a vivir la explotación como si fuera un asunto privado. Un
nuevo proletariado al que no sólo se explota en el lugar de trabajo,
un nuevo proletariado que descubre su vida (toda su vida, la vida
desnuda y el modo de “existencia social” en que se articula) como
el auténtico (y nuevo) escenario de la lucha de clases.
Quizá la mayor de las derrotas que
hemos sufrido deriva precisamente de no habernos sabido dar cuenta
del cambio. Y así… militantes mirando de reojo a los nuevos
movimientos sociales… y viéndolos sólo como movimientos
desclasados, sin una “verdadera conciencia de clase”. Y así…
movimientos sociales sin tradiciones de lucha de las que aprender:
todo por inventar, pues lo ya inventado se revela (aunque sólo fuera
por parcial) inútil.
En las últimas décadas, precisamente
para pensar las nuevas formas de existencia y de lucha de ese
proletariado difuso emergente, buena parte de los teóricos de la
resistencia posible y necesaria, de la transformación irrenunciable,
del enfrentamiento al capitalismo, han encontrado en la noción de
multitud un modo de acercarse a la nueva realidad de las
luchas.
Negri uno de ellos. Pero no el único.
Muchos otros trabajan sobre el concepto y sobre las articulaciones
organizativas, prácticas, que permitirían hacerlo útil para la
liberación en el nuevo contexto. Contra Negri muchas veces, contra
las simplificaciones y las mistificaciones que se leen en algunos de
sus textos (el propio Negri ha modulado sus tesis de manera
sustancial en sus distintas intervenciones). Y todos ellos a partir
de una lectura política de la obra (filosófica y política) de
Spinoza. Con la incomprensión, muchas veces, de los viejos
militantes.
En los últimos tiempos, y sin la mala
conciencia que a veces envuelve la ruptura con tradiciones que no
dejan de saberse obsoletas, nuevas formas de enfrentamiento y lucha
se levantan con la potencia de lo nuevo. La multitud parece, en
ellas, ser el agente y el horizonte del cambio. El 15M es una. Y año
y pico después de su eclosión… sigue viva (o mejor: sigue
naciendo).
¿Es posible poner a dialogar al 15M
con la apuesta materialista que articula la obra de Spinoza? ¿Es
posible encontrar en Spinoza materiales para la transformación del
mundo? Esas son las apuestas de las que parte el texto que sigue: más
que una ficción, un laboratorio de sentidos. O eso quisiera.
El texto fue escrito durante el verano
de 2011. Las referencias a los acontecimientos de aquellos días no
han sido ocultadas y cualquiera podrá reconocerlas.
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