Hoy no ha sido un día cualquiera. Ha sido el reencuentro con el futuro, con la esperanza, con la rebeldía. Hoy, después de saber la decisión de la Junta Electoral Central de prohibir el derecho a reunirse en las plazas públicas, me he dicho que voy a deciros que NO. Os digo y os maldigo a quienes habéis matado la esperanza durante años, a quienes habéis sido cooperadores necesarios, a quienes con vuestras torticeras interpretaciones legales habéis inclinado la ley hacia un lado para dar paso a la injusticia. Entre la ley y la justicia media la ideología, la intelectualización de una posición dominante y hegemónica en la ideología de poder. Hoy, más que nunca, me siento rebelde.
El viento de la rebeldía me ha llevado a la transición, a los años duros de un despertar de la pesadilla de la noche de la dictadura. A los años de la explosión de energía vital de una juventud que decidimos -junto a quienes nos precedían en la clandestinidad- tomar las riendas allá donde estábamos. El viento de la rebeldía me ha refrescado la memoria, a veces inerte, para tomar el pulso a mi ser, para comprobar que el corazón me late y sigue estando a la izquierda y que mi sangre es roja. Por eso os digo a quienes durante años habéis manejado los hilos del poder, a quienes habéis ejercido de filibusteros, de sicarios de banqueros, de ladrones de esperanzas, a quienes habéis intentado matar el sueño de libertad de un pueblo y de generaciones amparándose en una abyecta democracia que no representa más que la voluntad de individuos cobardes escondidos tras sus mamparas oscuras de limusinas a prueba de fuego, de quienes se esconden tras el anonimato pero que serían incapaces de circular tranquilamente por una calle para tomarse una caña, que vuestro mundo también os engullirá a vosotros y vomitaréis vuestra estupidez y vuestra avaricia será vuestra muerte.
A políticos con trajes regalados, con comisiones percibidas irregularmente, con acuerdos bajo sospecha, a banqueros depredadores sociales amigos de lo ajeno, a quienes dicen impartir justicia pero que sólo aplican leyes inmundas y putrefactas hechas a la medida del poderoso, a quienes dicen detentar la autoridad moral pero luego abusan de menores y su moral vale menos que un papel mojado, a quienes ahora van de ong con traje caqui, a los empresarios llorones que sólo sirven para amasar la viruta que le sopla a su currito, a todos vosotros os digo que todo tiene su momento y que cuanto llega también se va, y que los vientos vienen de levante y también de poniente. A quien creyéndose ostentar la máxima autoridad y sin embargo carece de ella yo no te la dí nunca con mi voto, porque tu autoridad es heredada desde la usurpación.
Yo no os he dado autoridad ninguna, yo no os he otorgado mi confianza. Me habéis asaltado desde siempre negándome derechos, negándome ilusiones, negándosela a mis antepasados y a los de mi gente. Secuestráis nuestra voluntad haciéndonos creer que sólo puedo ejercer mi derecho yendo una vez a votar cada cuatro años, me imponéis una reflexión mientras vosotros os carcajeáis del pueblo. Imponéis cargas onerosas en nombre del sacrificio colectivo cuando los ladrones están señalados con el dedo. Nos queréis hacer creer que una crisis la hemos de pagar todos. Pues ¡NO! La tenéis que pagar vosotros exclusivamente. ¿Dónde está ahora la justicia donde corruptos van en listas electorales y donde especuladores miserables se pasean por sus paraisos fiscales impunemente? ¿Acaso les vaís a prohibir, alardeando de vuestras puñetas, presentarse en listas, o le váis a retirar el pasaporte por un potencial peligro de fuga? Vuestras leyes, decreto, órdenes, reglamentos, normas internas, acompañadas de vuestros órganos de reflexión (uy! qué palabra), decisión o poder ejecutivo, con vuestros parlamentos y sus comisiones de trabajo, con sus trajes de pimpollo, con sus bolígrafos de oro, me las traen al fresco. Vosotros no sois la voluntad de nadie sino la de vosotros mismos, la de unos trepaollas indignos que os enriquecéis mientras que la población ya está sin cubrir sus necesidades. Vosotros, los trápalas que hacéis la pelota a vuestros respectivos jefes inmediatos, y vosotras también, os contoneáis exhibiendo vuestra mugre intelectual, creéis que los imbéciles somos nosotros y os dirigís a nuestros oídos con discursos huecos de contenido sin el más mínimo sonrojo quizá porque tengáis que justificaros, al menos, una vez cada cierto tiempo. El resto a ejercer de párvulos tirando tizas en la clase.
Gente sin empleo, sin recursos, sin comida, sin techo, gente desahuciada, ¿son razones para callar o para manifestarse? ¿son suficientes razones para romper un silencio largamente acumulado o, por el contrario, para seguir callando y postrados? ¿son suficientes razones para cambiar lo que no vale o, por el contrario, para maquillar la situación y cambiar algo para que nada cambie? ¿son suficientes razones para la rebeldía o para la sumisión? Hay muchos millones de razones de necesidades, porque detrás de cada una de ellas no hay un código de barras ni un DNI sino un corazón cargado de emociones, de sentimientos, y anhelos y de rechazos. Y ustedes, mientras tanto, han seguido a su bola maltratando a la población, violando sus derechos, pisando su dignidad. Pero ha llegado la hora, y así sea por siempre, en que una marea de dignidad deberá asolar los cimientos de este sistema caduco, corrupto, indolente, insolidario, injusto, inhumano en definitiva. Y yo lo veré, y seguiré declarándome rebelde en días como hoy donde a mí no me van a imponer con quién voy a reunirme o hablar pacíficamente, porque si alguna violencia se ejerce ésa es contra mí. Se ejerce contra mis derechos y el de mis hijas, contra el de mis amigos y amigas, contra el de familias enteras pero no contra los de siempre. Pero el viento también se forma tornado.
En días como hoy, lejos de asustarme y amedrentarme, siento que puede amanecer otra forma de vida, siento que la luz recorre la senda de la oscuridad para comprenderla y transformarla. En días como hoy me declaro rebelde, insumiso, desobediente y animo a poner fin al actual estado de cosas y que lo que ahora vivimos sea el principio del fin de un sistema donde sólo haya cabida para la sensibilidad. Me declaro rebelde porque amo la vida.
Publicado por Damet-elalquimista
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ResponderEliminarEntre todas. Una revolucion es ante todo inclusiva. Desaparecen los "ellos" y los "nosotros". Se cae el sistema electoral y mucho más. Es el ansiado cambio de paradigma, que como una cremallera recorre todos los aspectos de la vida, para volver a hacerlos vitales. ¡Viva la sensibilidad!
Ooola Moiii, ké alegría y qué chula tu afoto... Oye tas dao cuenta que a 14 km de Tarifa, todo el discurso del decrecimiento, se queda sin argumentos? Allí viven "al cien por cien" el decrecimiento. Como aquí hasta mediados del pasado siglo ...
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20 de mayo a las 17:14 · Me gusta
Moisés Rubio Rosendo ¡Agustín! El decrecimiento es un palabrejo para los países enriquecidos, un palabrejo para aturdir las mentes acomodadas por la modernidad: ¿Dejar de crecer? ¿Estamos locos? ¿Y entonces? ¿A las cavernas? Por supuesto que el palabrejo no puede aplicarse de manera global, no lo pretende. ¿Te apetece leer un artículo que he escrito sobre el tema? Está en rebelión: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=127981
Hace 4 horas · Me gusta
Agustin Antunez Corrales Pues dejar de crecer es lo que hemos hecho estos años. El PIB se estancó, esperemos que definitivamente. Y amigo, eso es decrecimiento tecnicamente, Es evidente. Pareciera como si nos molestara que el capitalismo se viniese abajo. Has visto alguien que nos lo siga recordando? Crecer como los anarquistas, en conocimiento, en eficiencia, en felicidad, en acciones comunitarias tras años de adoctrinamiento individualista. Nos bastamos y arreglamos solos, nuestros cuerpos milenarios, asociados, enredados a otros cuerpo, al fin un solo cuerpo, fundido, fluyendo en el ecosistema o biorregión. La biorregion es nuestro sujeto colectivo. Los montes y arroyos, los olivos y las aneas, los escarabajos y cucarachas, toooooooooodo. Si seguimos ignorando que somos vida incrustada en vida, seguiríamos yendo perdíos... Y tanger, o el sur es toda vida. Es un modelo de lujo. Nuestra misma biorregión "al otro lado del espejo". Saca tu alicia maga, atraviesa el espejo del progreso, cóge la flecha del progreso en tu mano, una tarama de retama te puede servir, de esas que calentaban y calientan nuestros hornos de pan. Partela (psicomagia de alejorowsky). Y después de martirla, la hundes sus extremos en la tierra, los dos extremos rotos. Para recordar quien seres tú, quienes somos nosotras, somos tan sur como tanger. Si allí cada dia miles de seres humanos/as comparten todo en el centro en la medina, para maravilla del turista primerizo, ¿por qué no habríamos de usar nosotras esa forma comunitaria local mercantil como solucion a nuestra situación?