martes, 15 de febrero de 2011

Cuando la dignidad se revoluciona en consenso

Comunicado de Izquierda Anticapitalista

El pueblo egipcio ha forzado la marcha del dictador. Otros tiranos seguirán el camino de Ben Alí y de Mubarak. Son los primeros compases de la revolución… pero, ¡cuántas falsedades ha desmentido ya, cuánta doblez ha desenmascarado! Nuestros gobiernos, en Europa y Estados Unidos, nos hablaban de “choque de civilizaciones”, nos advertían de la “amenaza islámica”. En el mundo árabe - nos decían - se agitaba una masa fanatizada de barbudos, una horda medieval que a duras penas contenían algunos gobiernos “moderados”. Por eso había que cerrar las fronteras a la emigración de esos países, dictar leyes especiales, someterla a vigilancia. Pues bien, he aquí que millones de hombres y mujeres se levantan exigiendo justicia social y democracia. Hemos visto a cristianos protegiendo a musulmanes, a musulmanes defendiendo a cristianos; a mujeres, con velo o descubiertas, unidas en la protesta. Hemos visto a una nueva generación ponerse en pié. Y nos hemos reconocido en la voz y los anhelos de un movimiento que ha desvelado el auténtico rostro de los gobernantes “amigos” de Occidente: el de la corrupción, los abusos sin fin y el terror policial.

Ahora, Obama, Sarkozy, Merkel, Cameron… saludan al pueblo y piden “transiciones pacíficas”. Trinidad Jiménez también se ha vuelto pródiga en consejos. Pero basta con echar un vistazo a las hemerotecas para encontrar fotos comprometedoras de toda esta gente. Y muy recientes. Abrazos, felicitaciones a los dictadores, recepciones oficiales… ¡Si hasta hace apenas unos días Ben Alí y Mubarak eran miembros de la Internacional Socialista! Carme Chacón admite que el gobierno fue demasiado blando con esos regímenes. ¿Quiere decir eso que, a partir de ahora, escuchará la voz de la juventud marroquí que se alza contra la monarquía? ¿Que la diplomacia española apoyará las demandas del pueblo saharaui? Lo cierto es que, mientras la ciudadanía egipcia celebraba su victoria, una delegación parlamentaria encabezada por José Bono se entrevistaba en Guinea con el presidente Obiang, un dictador cuya brutalidad sanguinaria es conocida… pero cuyas multimillonarias cuentas corrientes, alimentadas por las rentas del petróleo, encuentran cobijo en Madrid, en las arcas del Banco de Santander.

La alegría por las primeras victorias no debe hacer olvidar el alto precio pagado por ellas. Izquierda Anticapitalista se inclina ante los centenares de víctimas, abatidas por las fuerzas represivas. Muchos peligros se ciernen sobre la revolución. Mubarak ha tenido que marcharse, pero la columna vertebral del régimen – una casta militar enfeudada a los intereses de Washington – permanece. Los mandos del ejército se han apresurado a garantizar el respeto de tratados y alianzas; es decir, el flujo de petróleo a través del canal de Suez y la colaboración con Israel para seguir asfixiando a Palestina. Ni se ha liberado a los presos políticos, ni se ha derogado el estado de emergencia, en vigor desde hace más de treinta años. Muy al contrario: los generales prometen elecciones para más adelante… pero exigen el fin inmediato de huelgas y manifestaciones.

Y es que la intifada contra Mubarak, del mismo modo que la revolución tunecina, han sido preparadas por años de ascenso del movimiento obrero, de huelgas y protestas contra las privaciones y la carestía de la vida, contra las políticas liberales; años de represión y de resistencia. El grito de libertad de la Plaza Tahrir se ha sostenido sobre un potentísimo movimiento huelguístico. La lucha por la democracia nace teñida de inaplazables reivindicaciones sociales. Sí, la revolución no ha hecho más que comenzar. Su eco, amenazador para los dispositivos geoestratégicos de las grandes potencias, resuena ya en el corazón de las clases populares, desde Rabat a Teherán, desde Beirut hasta Indonesia. Se avecinan duras batallas que marcarán el destino del siglo.

La izquierda política y social europea sólo podrá reorganizarse, sobreponerse a años de postración y hacer frente a la crisis más grave y devastadora del capitalismo, colocándose decididamente al lado de la lucha de emancipación de los pueblos sojuzgados. Esto es, enfrentándose a las políticas imperialistas y a las expediciones neo-coloniales – como la guerra de Afganistán – de sus propios gobiernos. El Foro Social Mundial, reunido estos días en Dakar, ha convocado a una jornada internacional de solidaridad con la revuelta de los pueblos árabes para el próximo 20 de marzo. Ahí deben encontrarse el movimiento obrero, la izquierda crítica, los movimientos sociales… Mientras nos enfrentamos a recortes de derechos y a reformas antisociales que nos presentan como “inevitables”, cuando se firman resignadamente pactos de derrota como el de pensiones, los pueblos de Túnez y de Egipto, sus clases trabajadoras, están demostrando al mundo entero lo que se puede conseguir mediante la lucha y lo que significa la palabra dignidad.

15 de febrero de 2011

http://www.anticapitalistas.org

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